viernes, 29 de abril de 2022

Científicos descubren como el maíz se separó desde su ancestro silvestre


Determinar cómo una especie se distingue de otra ha sido un tema de fascinación que se remonta al famoso Charles Darwin. Una nueva investigación dirigida por Matthew Evans, de la Fundación Carnegie, y publicada en Nature Communications, aclara el mecanismo que mantiene al maíz diferenciado de su antiguo ancestro silvestre, el teocinte.

La especiación (o diferenciación de especies a partir de una inicial) requiere aislamiento. A veces este aislamiento se ve facilitado por la geografía, como las cadenas montañosas o islas que dividen dos poblaciones e impiden que se crucen hasta que se conviertan en especies diferentes. Pero en otros casos, las barreras que separan las especies son factores fisiológicos que les impiden aparearse con éxito o producir descendencia viable.

«En las plantas, este aislamiento genético se puede mantener con características que impiden que el polen ‘masculino’ de una especie fertilice con éxito el pistilo ‘femenino’ de otra especie», explicó Evans.

Hace unos 9,000 años, el maíz fue domesticado a partir del teocinte en el valle del río Balsas de México. Algunas poblaciones de las dos gramíneas son compatibles para la reproducción. Pero otras crecen en las mismas áreas y florecen al mismo tiempo, pero rara vez producen híbridos.

Se sabía que un grupo de genes llamados Tcb1-s es uno de los tres que confiere incompatibilidad entre estas poblaciones de maíz y teocinte que rara vez hibridan. A diferencia de los otros dos (genes conocidos para incompatibilidad), este se encuentra casi exclusivamente en teocinte silvestre. Contiene genes tanto masculinos como femeninos que codifican la capacidad del teocinte salvaje para rechazar el polen del maíz.

En plantas sexualmente compatibles, el polen, que es básicamente un vehículo de suministro de esperma, aterriza en el pistilo y forma un tubo que se alarga y penetra en el ovario, donde se fertiliza el óvulo. Pero eso no es lo que sucede cuando el polen de maíz cae sobre el pistilo, o la seda, de una planta de teocinte silvestre.

Evans y sus colegas de Carnegie, Yongxian Lu (el primer autor), Samuel Hokin y Thomas Hartwig, junto con Jerry Kermicle de la Universidad de Wisconsin-Madison, demostraron que el gen Tcb1-female codifica una proteína que es capaz de modificar las paredes celulares. Es probable que los tubos de polen del maíz sean menos elásticos evitando que alcancen los óvulos del teocinte. Cuando estos tubos no pueden estirarse hasta los óvulos, no puede producirse la fertilización y no es posible obtener híbridos.


Además, dado que el polen del teocinte puede fertilizarse a sí mismo, los investigadores creen que los genes Tcb1-male codifican una habilidad que permite al polen del teocinte superar esta barrera estructural del tubo polínico.

«La mayoría de las plantas que dependen del viento y del agua, no de las aves o los insectos, para la polinización tienen una baja diversidad de especies», dijo Evans. «Pero no las hierbas (silvestres), lo que hace que su historia evolutiva sea particularmente interesante».


https://www.chilebio.cl/2019/05/26/cientificos-descubren-como-el-maiz-se-separo-desde-su-ancestro-silvestre/

Quetzalcóatl y el maíz

Cuenta la leyenda que muchos siglos atrás, antes de la existencia del dios Quetzalcóatl, el pueblo azteca solo se alimentaba de raíces y animales.

Sin embargo, detrás de las enormes montañas vecinas, yacía un tesoro imposible de alcanzar; ese tesoro era el maíz. Otros dioses intentaron sin triunfo dividir las montañas para que los hombres pudieran atravesarlas.

Fue entonces que apareció Quetzalcóatl.

Quetzalcóatl prometió a los aztecas que les entregaría el preciado maíz, pero no mediante el uso de la fuerza, sino de la inteligencia. Fue así como se transformó en una hormiga negra y acompañado de una hormiga roja que conocía el camino, se marchó hacia las montañas.

En el recorrido encontró innumerables obstáculos, pero estos no lo detuvieron. Él mantuvo en sus pensamientos las necesidades del pueblo azteca, y siguió avanzando.

Pasaron muchos días antes de que Quetzalcóatl llegara a cima de la montaña y encontrara el maíz. Tomó un grano entre sus mandíbulas y emprendió el camino de regreso. Al llegar, les entregó a los aztecas el grano de maíz prometido.

Desde ese día, el pueblo azteca prosperó bajo el cultivo y cosecha del maíz. Se hicieron poderosos, llenos de riquezas y construyeron las más imponentes ciudades, palacios y templos.

Y por esto, veneraron con fervor a Quetzalcóatl; el dios que les trajo el maíz.

https://arbolabc.com/mitos-y-leyendas-para-ni%C3%B1os/leyenda-de-quetzalcoatl

"Nada de lo que comemos es natural", investigadora del Conicet comparó a quienes están contra los transgénicos con los antivacuna

 En un mundo en que la seguridad alimentaria ocupa lugares destacados en la agenda pública, el debate sobre el uso de transgénico, debe plantearse también en térmicos, señala Raquel Chan, una de las diez científicas más destacadas de América Latina, según la BBC.

El campo de la alimentación tiene su propia grieta, expresada en el duro debate entre quienes impulsan el uso de transgénicos en la producción agrícola y quienes se oponen en forma tajante a su utilización.

Ahora fue Raquel Chan, investigadora del Conicet, especializada en biotecnología vegetal y directora del Centro Científico Tecnológico del Conicet Santa Fe, quien señaló que "nada de lo que comemos es natural". Chan y su equipo fueron claves en el descubrimiento del gen HB4, que actúa en la tolerancia a la sequía en granos de trigo.

De esta manera se metió de lleno en el debate, señalando que quienes se oponen al uso de organismos genéticamente modificados (OGM) son comparables a los antivacuna.

Durante una disertación en el INTA Rafaela (Santa Fe), Chan señaló que "hay un montón de gente que no quiere a los transgénicos porque no entiende, así como no quieren una vacuna", tras lo cual remarcó que hay una fantasía sobre lo que es y lo que no es natural.

Raquel Chan, considerada por la BBC en 2015 como una de las diez científicas más destacadas de América Latina, consideró que la producción agrícola ha ido mejorando a lo lo largo de los siglos por técnicas clásicas como cruza, selección, "tirar a la basura lo que no quiero, etc.", apuntó. 
"Hay un montón de gente que no quiere a los transgénicos porque no entiende, así como no quieren una vacuna", dijo Chan y remarcó que hay una fantasía sobre lo que es y lo que no es natural
Pero dio un paso más y ejemplificó de modo entendible aún por los legos: "Dos plantas tienen una serie de hijas, algunas más lindas, otras más feas. El productor se queda con las lindas, las cruza con otras lindas y así, a lo largo de 500 años de agricultura, tenemos lo que tenemos hoy en el súper".

Además, explicó que "el maíz no existía en México: es hijo de las mutaciones del teocintle (los antecesores directos de los cuales se domesticó el maíz como cultivo). El brócoli no existía en la naturaleza, así como la coliflor, el kiwi y tantos otras frutas y verduras. Son producto del trabajo de mejoradores a lo largo de la historia".

Pero dio un paso más y ejemplificó de modo entendible aún por los legos: "Dos plantas tienen una serie de hijas, algunas más lindas, otras más feas. El productor se queda con las lindas, las cruza con otras lindas y así, a lo largo de 500 años de agricultura, tenemos lo que tenemos hoy en el súper".

Además, explicó que "el maíz no existía en México: es hijo de las mutaciones del teocintle (los antecesores directos de los cuales se domesticó el maíz como cultivo). El brócoli no existía en la naturaleza, así como la coliflor, el kiwi y tantos otras frutas y verduras. Son producto del trabajo de mejoradores a lo largo de la historia".

¿ES LO MISMO ORGÁNICO Y NATURAL?

La investigadora precisó que hay una fantasía que si se come algo no transgénico, se come algo natural. "En realidad uno come bastante bien, pero hay que diferenciar entre orgánico y natural", enfatizó.

"Natural no hay nada, y orgánico quiere decir que no se usó herbicida en su producción. El problema con lo orgánico es que como se muere todo, porque las plantas son atacadas por hongos, insectos y malezas, la producción es muy baja y el costo es muy alto", destacó para plantear el problema también en términos económicos y sociales.

Y dio un ejemplo personal. "Yo he visto que en París o Nueva York venden unas preciosas manzanas orgánicas, pero que cada una vale 5 euros. ¿Quién puede pagar ese precio en Argentina? Entonces, no es que yo esté en contra de la producción orgánica, sino que mientras tenga esos costos, se nos va a morir de hambre más gente que hoy", sentó posición Raquel Chan.

https://www.cronista.com/economia-politica/nada-de-lo-que-comemos-es-natural-investigadora-del-conicet-comparo-a-quienes-estan-contra-los-transgenicos-con-los-antivacuna/